A mis 139

Creía que lo había visto todo en este mundo. Creía que la sensatez se perdía conforme se avanzaba en el camino. Creía que el perdón era cosa de juicios y un papeleo. Creí en las falsas palabras y en los vanos juramentos… pero hay algo en lo que jamás creí que siempre estaba ahí, muda e invisible, inmutada en mí, en los míos, en mí entorno, en el mundo. Ella era esperanza.

Tengo 139 años. Me llamo Krai Bhurmento, formo parte del consejo del Wizengamont desde muy temprana edad. A mis 84 años me fue concedido el honor de formar parte de tan honorable consejo, estar en aquella tribuna y comenzar con el circo que atareaba al señor Ministro. Mi trabajo consistía en alzar la mano y realizar mi voto. En buscar en una carpeta las pruebas que se emitían en un juicio y después dictaminar si Azkaban era buena opción para el futuro huésped o su casa lo esperaría de regreso.

Mi padre murió a los 79 años, edad promedio para un muggle. Mí madre vivió un poco más… aunque la muerte de mi padre la dejo devastada, de modo que perdió con el paso del tiempo la cordura y las ganas de continuar, me dejo a sus 85 años.

He vivido una buena vida. Suiza ha sido un refugio excelente en los momentos difíciles y España me fascina para los memorables. Londres solo me trae deseos.

A través de los años y con el paso del tiempo y conforme a mis cuentas puedo decir que he enjuiciado a más de 30 magos, he privado de su libertad a otros 19 y otorgue el perdón a 11.

Me decían sanguinario mis amigos por amar las historias que los muggles crean, yo le llamo "pintoresco" y me hace pensar que es detestable esto. No tengo nada que envidiarle a un muggle, ellos son malas personas, malos seres humanos, sádicos ellos si son sádicos. Necesitan de la sangre para comprobar la muerte y el sufrimiento, te mienten y te hieren con sus palabras, al menos nosotros tenemos veritaserum, te perdonan pero esperan el momento para echártelo en cara, afortunadamente tenemos el obliviate, ejercemos la justicia, ellos sólo la crítica y el juicio, un juicio que puede llevarte años o una vida o muy posiblemente semas o días, incluso horas. Te prometen cosas que al final no dan resultado alguno y para ello, nosotros tenemos el juramento inquebrantable. Pero hay algo que tenemos en común y que nos une por milímetros, no se trata de una condición o una apariencia, no nos separa una varita o la magia interior. La conocen como esperanza y yo la llamo El Sueño Dormido. Que bella es la esperanza, resulta utópico, pero sabemos que existe y que mueve. Es la que a veces nos hace dar un último esfuerzo o la que nos puede vencer en su carencia, la que te aviva sueños o los destruye. Yo, a mis 139 años la descubrí… deje que despertará de aquel sueño relativamente eterno y que saliera de la caja en la que la tenía oculta. Pero fue demasiado tarde, ahora agonizo en mi cama, con el tintero en mano y una pluma tambaleante sobre mi puño cerrado y rígido.

Muero para ti para siempre, pero muero feliz de que la saque, de que por unos momentos la conocí y toco en mis entrañas cosas que no hubiese podido sentir sin ti, sin ella. Muero con la esperanza en mí, con una ilusión que no lograré ver, pero que espero que suceda. Y es así, como puedo ver, que nunca es tarde.

De pronto se abre la puerta y entra Werduck con una caja flotando frente a el y obliga a Keira a cerrar un viejo pergamino que posaba en sus manos, tercias y débiles.

• Papá, ¿Tú ya conoces la esperanza? -