miércoles, septiembre 17, 2008

Traslado sin traslador

He salido de mi rutina en Londres y me he ido a México. Una ciudad bastante agitada y con tantas maravillas que me ha faltado tiempo para poder recorrerla en su esplendor.

No me gustan las ciudades por que su iluminación continúa no me permite hacer mis viajes nocturnos sobre mi escoba y si a eso le sumamos la falta de chimeneas, tengo que recurrir a los trasladores y a la desaparición (Con su debida precaución) para poder trasladarme a los lugares que conforman a esta gran urbe. La gente es un tanto extraña, los tenemos serviciales o están los que en definitiva no me gustaría volver a ver. La educación en el colegio "El Báculo de Merlín" es muy buena, cuentan con objetos que eran desconocidos para mí y que decir de sus clases de Astronomía o de Criaturas Mágicas… son tan agradables, puras y extensas que en Hogwarts hubiésemos querido tener tales conocimientos. Y vamos, que la profesora Trelawney ha venido haciendo un buen trabajo, pero creo que no se compara en nada con el profesor Montgomery, una clase de adivinación en México con Montgomery es como un viaje astral vivido y sin escalas, ¡soberbio! Simplemente soberbio.

Charlando con él, tuve la oportunidad de aprender nuevas cosas y de llenarme de su sabiduría para que poco después me encontrase en un punto máximo de éxtasis al mostrarme sus descubrimientos, estudios e inventos, toda una caja de pandora.

Gracias a mis estudios muggles pude camuflarme a la perfección entre la gente de este hermoso país sin necesidad de ser visto como un bicho raro, como a tantos magos que conozco. Jajajajajaja miren que tener la poca creatividad de usar pantalones de vestir azules al revés con una playera amarilla y tenis verdes no es lo que habitualmente se ve en las calles y ¡claro! Se es motivo de burlas y señalamientos quizás inapropiados, pero chuscos. Afortunadamente no pase por ello y lo agradezco profundamente por que me han contado que respecto a burlas, el mexicano no perdona una… tan graciosos ellos.

Me presente ante su presidente muggle y he de decir que se ha llevado una grata sorpresa al verme, no lo esperaba tan jovial y dispuesto a ayudar a la comunidad mágica mundial, creí que se pondría difícil, lo que me llevaría a un uso inapropiado y poco diplomático de la magia, pero no me paso por la mente aquel pensamiento sino hasta después, a mi regreso. Asuntos importantes que tratar y poco tiempo para hablar, es como un lema, una ley que me sigue y que marco para cada discusión a tener. Inseguridad es primero y México preocupa por ello, se ha salido de control el uso de la magia en el país y los magos tenebrosos no paran sus fechorías, están reunidos ya en clanes, pero el gobierno muggle los llaman "Carteles" y los relacionan al narcotráfico y mentes perversas, pero es evidente que se tiene que dar explicación al pueblo de lo que acontece y bueno, la ignorancia y la desinformación lleva a hacer historias fantasiosas como ligar la magia al narcotráfico. Insisto, los mexicanos son muy graciosos.

Me he levantado de mi asiento y me dirijo ahora a mi recorrido turístico, la diplomacia me ha llevado un par de horas y yo tengo unos días más por disfrutar. Bajando las escaleras de aquel recinto tan majestuoso, grande, decorativo y sublime me encuentro con una pequeña mujer, de tez morena y un tanto desnutrida, su mirada me decía algo, me mantuvo distraído un tiempo y al salir de mi hipnotismo repentino sentí una urgente necesidad de acercarme a esta mujer, que al verme acercarme a ella solo cogió su cubeta y se hecho escalones atrás para continuar con sus labores de limpieza (Bien me hubiese podido dar el lujo de sacar mi varita y con tan solo dos leves movimientos, hubiese dejado aquel lugar como nuevo, pero hacer sería tan arrogante como que quebrantaría mis principios, por no decir que alejaría a esta mujer y era lo que menos quisiese.)

-Buen día señorita – Le he dicho lo más claro posible, la poción lingüística funciona, pero me deja la legua muy pegada al paladar y no se escucha muy bien mi castellano (Lo que me recuerda que tengo que aprender el idioma y dejarme de pociones)

- Bu.. bu.. Buenos días señor – agachada sobre si y con su trapo mugriento en mano me devuelve el saludo, apenada, quizás avergonzada es como creo se siente, pese a que no estoy vestido como habitualmente y dentro de mi mundo me visto, aquel traje negro y mis lustrados zapatos la hicieron cohibirse, aunque no entiendo la actitud, pero eso fue lo de menos, su mirada me seguía manteniendo cautivado.

- Son difíciles esas manchas de quitar, recuerdo que en mi quinto año en Hogwarts he realizado semejante desastre que ni en 30 años de mi salida se han podido quitar las manchas que cause en las escaleras del colegio, aunque yo si se el secreto para quitarla, pero creo que dejare mi legado por lo menos mil años o hasta que a alguien se le ocurra embarrar un poco de moco de troll sobre aquella mancha – Esbocé mi sonrisa y un sonido gutural de burla por mi travesura de colegial y por mi error de hablar de Hogwarts y que pudiese prestarse a la formulación de muchas preguntas que muy amablemente respondería y después borraría la memoria, pero no solo era por ello mi risa, sino que esta hermosa dama no tenía la más mínima idea de lo que le hablaba, creía que era fantasía nada más y era algo que jamás sabría, pero ya tendría una historia nueva que contar a sus hijos, si es que los tenía. En cuanto a ella, solo se ha limitado a sonreírme y mostrarme aquella dentadura casi perfecta cubierta por unos labios carnosos y pintados con un rojo suave, pero sobre ella se veía intenso.

- Anda a lo tuyo… no interrumpas a tan honorable caballero, que no están al nivel - No ha sido lo más descortés que he visto en mi estancia en este país, pero si de lo más bajo. Se ha desatado la furia que normalmente conservo para juicios desgastantes como el de Rigolette Bon. El "guarura" del presidente muggle al decir aquellas palabras a la señorita, le ha pateado su cubeta derramando aquella agua sucia en conjunto con dos o tres trapos blancos que ya habían tomado un color grisáceo por la mugre. Tuve un impulso de sacar mi varita de mi costado izquierdo y embestir con mi furia a aquel barbaján, pero he pensado tranquilamente y solo baje lo más rápido que pude y recogí aquella cubeta ahora vacía y eché sobre la misma los trapos, mojándome las manos y dejándolas con un olor extraño. Después supe que se llamaba clarasol. La cara de la mujer era de pánico, lo pude ver en su mirada y en el grito de pavor que ha pegado mientras recibía aquellas duras y estúpidas palabras.

- Descuide, no ha pasado nada, aquí tiene – Nos e si estaba más avergonzado yo o la mujer.

- Pero ¿Cómo te has atrevido a permitir que el señor haga tu trabajo? – gritó el guarura a la mujer que entre lagrimas me quitaba temblorosa y asustadamente la cubeta y los trapos sucios dentro.

- Dis.. dis.. Discúlpeme señor, no era mi intención, lo lamento mucho, perdone… - El pánico en esta mujer era peor que ver a una acromantula frente a mi a punto de comerme.

- No ha pasado nada, ha sido un gusto poder verla – estreche mi mano y la junte con la de ella. Esta vez mi sonrisa era amarga pero sincera, amarga por que estaba conteniendo mi enojo y sincera, por que así soy.

- Usted disculpe señor, pero ¿Cómo puede estrechar su mano y mantener conversación con esta mujer? – El tono de desprecio en la voz del guarura no hacía falta de énfasis, por que por si sola salía, al terminar su pregunta le he dirigido una mirada tan fría que creo que se quedará con ella por mucho tiempo (Y es cuando más adoro hacer magia sin que nadie se entere).

- Es sencillo. Esa es la respuesta noble barbaján y muy posiblemente caballero de la desfachatez. Yo no soy más o menos persona por hablar con gente que "no se encuentre a mi nivel" trato con cientos de personas a diario y no encuentro diferencias entre los unos y los otros que no sean físicas, corazones buenos o corazones malos. Y como prueba de ello, es que me encuentro hablando contigo.

El presidente muggle no hizo nada al respecto y solo se mantenía a la expectativa de que algo peor se desatase, sobre todo cuando es la única persona que saber de mi y la magia que poseo, su mirada era seria y tan blanca como si hubiese visto a un muerto o revivido una pesadilla. En cuanto al guarura lo deje igual o peor que al presidente y quien me importaba era la mujer, que de estar triste y llorando, aún con lagrimas escasas sobre su mejilla pudo deslumbrarme con una nueva sonrisa.

Es evidente que la sencillez no es para todos y que se puede creer ser alguien superior a una trabajadora de limpieza o inferior a un mago o persona con alto mando sobre él, pero los sueldos no sólo marcan diferencias y jerarquizan, el cerebro y la inteligencia, junto a la diplomacia son las que marcan la diferencia.

  • ¿Cuántas veces te tengo que decir Keira que esta prohibida la entrada a ese lugar?- Un tono severo salió de entre la penumbra que la varita de la profesora McGonagall causaba con su varita en lo alto de su cabeza.
  • Lo siento profesora, pero quería un momento a solas – Se disculpó Keira quien enrollaba tan rápido como pudo aquel pergamino tan viejo como el primero que tuvo en sus manos hace 7 años y lo metió a lo que parecía ser una caja de zapatos.
  • Pues para eso están las salas comunes señorita o el dormitorio. -

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